lunes, 30 de junio de 2014

VEINTICINCO AÑOS DE LA COPA DEL REY DE 1989

Se cumple un cuarto de siglo del triplete que consumó el equipo de Leo Beenhakker

Fue tal día como hoy de hace veinticinco años ya. Lo recuerdo como si fuera ayer. El 30 de junio de 1989 era viernes. Aunque, bueno, eso de que fuese viernes ya me daba un poco igual, puesto que en el colegio ya me habían dado las vacaciones. Todo el verano de 1989 por delante para disfrutar con mis amigos jugando en la calle. Pero ese día, 30 de junio, había otros que también iban a jugar.

Sí. La temporada 1988-89 todavía no había acabado para el Real Madrid, que ese día disputaba la Final de la Copa del Rey frente al Valladolid en el Estadio Vicente Calderón de Madrid. El anterior triunfo madridista en el torneo copero se remontaba a 1982, frente al Sporting de Gijón, en un encuentro que se disputó en el estadio del equipo al que, curiosamente, nos enfrentamos en aquel partido de tal día como hoy hace un cuarto de siglo. Por razones de edad, no guardo ningún recuerdo de aquel choque del 82, por lo que la de 1989 fue mi primera Final de la Copa del Rey.

Aquella había sido la primera temporada del alemán Bernd Schuster en el Real Madrid y las cosas habían ido francamente bien. Ganamos la Supercopa al Barcelona al inicio de la campaña y en aquel mes de junio del 89 certificamos, con dos jornadas de antelación, nuestra cuarta Liga consecutiva. El equipo era una máquina a la que sólo se le resistía dar el 'último pasito' en Europa. El Milan nos había eliminado en semifinales.

Tras vivir los triunfos del Athletic Club de Bilbao y el Barcelona en Liga, el Real Madrid había pasado a dominar de manera aplastante el campeonato liguero. El equipo funcionaba de maravilla, con la Quinta del Buitre en pleno esplendor y con jugadores de la talla de Schuster y Hugo Sánchez en sus filas. Curiosamente, el mexicano no llegó a ser Pichichi de la Liga en 1989. El galardón se lo llevó el colchonero Baltazar. Bueno. Me daba igual. Seguro que en la siguiente temporada Hugo volvía a poner las cosas en su sitio.

Aquel 30 de junio yo era muy optimista. Con la inocencia y la sencillez de análisis de un niño, yo no albergaba dudas de que el triunfo sería para el Real Madrid. Más aún cuando, a los cinco minutos de partido, Gordillo adelantó al conjunto blanco en el marcador. Fue un balón por la izquierda que Gordillo, con la zurda, elevó ante la salida del meta vallisoletano para superarle y anotar el 1-0.

Formamos aquel día con Buyo, Chendo, Sanchís, Gallego, Solana, Michel, Schuster, Martín Vázquez, Gordillo, Butragueño y Hugo Sánchez. También jugó aquel partido Tendillo.

Para mi sorpresa, el de Gordillo acabaría siendo el único gol del partido. En cualquier caso, suficiente para que el equipo se alzara con la victoria y consiguiera la Copa del Rey.

Y es que aquel Valladolid de Vicente Cantatore era un buen equipo. La escuadra castellanoleonesa había concluido la Liga en sexta posición y se había conseguido colar en la Final de Copa. Puesto que el Madrid había ganado la Liga y jugaría la Copa de Europa de la temporada 1989-90, el Valladolid fue el representante español en la Recopa.

Ah, se me olvidaba, en las filas de aquel Valladolid militaba un joven malagueño que se llamaba... Fernando Hierro.

Aún recuerdo la alegría de los jugadores (y la mía, por supuesto) cuando alzaron la Copa. El Real Madrid había ganado todas las competiciones nacionales en las que participó aquella temporada. Sin duda, un broche de oro para dos jugadores del Real Madrid que decían adiós al fútbol aquel día.

Sí. José Antonio Camacho colgaba las botas al término de aquella campaña 1988-89. Y también abandonaba la práctica activa de manera definitiva Antonio Maceda, lastrado por la lesión de rodilla que le amargó sus últimas temporadas de profesional. A ellos dos les pienso dedicar unos artículos especiales los próximos días aquí en Historias del Real Madrid, con motivo de los veinticinco años que se cumplen de sus respectivas retiradas del fútbol.

También decía adiós al Real Madrid aquel 30 de junio el entrenador, Leo Beenhakker, que dejaba el banquillo después de tres temporadas en las que el equipo ganó tres Ligas y alcanzó tres semifinales consecutivas de la Copa de Europa. Pesó mucho la derrota en Milan a la hora de que Ramón Mendoza decidiese dar un cambio al banquillo madridista. El técnico holandés se despedía así del conjunto blanco, ganando un nuevo título y dejando atrás muchísimas tardes de gran fútbol que yo siempre recuerdo con mucho cariño.

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