viernes, 4 de julio de 2014

RECORDANDO A MACEDA

Veinticinco años después de su retirada 

El primer recuerdo que guardo de Antonio Maceda está unido, ineludiblemente, al primer partido que recuerdo de mi vida. Ya lo he mencionado alguna vez aquí en 'Historias del Real Madrid'. Se trata del España-Malta del 12-1. Durante aquel festival de goles que ofreció el combinado de Miguel Muñoz en diciembre de 1983, el jugador valenciano anotó dos goles. Daba la casualidad, además, de que yo guardaba entre mi colección de chapas una de Coca Cola con la efigie del jugador. Debía de ser del Mundial que se había celebrado en España el año anterior. El caso es que, sólo por esas razones que alcanza a entender un niño, empecé a seguir la carrera de aquel futbolista que militaba en el Sporting de Gijón. Yo entonces no lo sabía, claro está, pero Antonio Maceda era toda una institución en el Real Sporting de Gijón, club al que llegó procedente del Club Deportivo Acero en el año 1976. Por supuesto, yo ni había nacido todavía. Por ese motivo, a Maceda le conocí de la Selección y por sus últimas campañas con los asturianos.

Antonio Maceda Francés nació el 16 de mayo de 1957 en Puerto de Sagunto, Valencia. Jugaba de defensa, como central o libre, y militó nueve temporadas en el Sporting, con el que llegó a ser subcampeón de Liga 1978-79 y subcampeón de Copa en los años 1981 y 1982. Era un grandísimo jugador, en todos los aspectos. Siendo yo como era un niño, su estatura de 1,89 metros le daba un aspecto de gigante espigado que, sin ninguna duda, le ayudaría a superar a sus adversarios por alto. Iba muy bien de cabeza y se sumaba a las acciones de ataque con facilidad. Además, contaba con un buen disparo y consiguió goles importantes para sus equipos. 

Ni que decir tiene que me llevé una grandísima alegría cuando fichó por el Real Madrid en el año 1985. Recién llegado al cargo de presidente, Ramón Mendoza reforzó el equipo con tres jugadores de lujo. Hugo Sánchez, Rafael Gordillo y Antonio Maceda. El Madrid me había dado, por fin, mis primeras alegrías al conseguir la Copa de la UEFA y la Copa de la Liga en la temporada 1984-85. Pero no le había visto ganar la Liga, título que, por aquel entonces, le había sido esquivo al Madrid durante los anteriores cinco años. La Quinta del Buitre ya había asomado la cabeza y se intuía que un equipazo estaba en ciernes. Faltaban unos retoques para apuntalar el equipo y con los refuerzos de aquel verano de 1985 fue más que suficiente. Había llegado la 'Quinta de los Machos', como se encargó de denominarla después Hugo Sánchez. A Gordillo y a Maceda ya los conocía de la Selección. Con Hugo tenía mis dudas, pero el mexicano pronto me las quitó de la cabeza a fuerza de goles y más goles.

La temporada 1985-86 fue grandiosa. El Real Madrid se alzó con la Liga y triunfó también en Europa al cosechar su segunda Copa de la UEFA. Antonio Maceda fue partícipe de aquellos éxitos con sus grandes actuaciones e incluso llegó a marcar cinco goles en Liga, una cifra más que llamativa en un defensa. El último de ellos lo firmó frente al Barcelona en el Santiago Bernabéu, en la jornada 28. Los azulgranas se adelantaron en el marcador en el segundo tiempo con un gol de Amarilla. Sin embargo, Maceda empató el partido y pocos minutos después Jorge Valdano certificó la remontada con el 2-1. Butragueño, en la recta final de la contienda, marcó el 3-1 que dejaba la Liga muy bien encarrilada para el Madrid.

La lesión de rodilla 

Muchos años después, me enteré de que en aquel partido frente al Barcelona, jugado en un Bernabéu con las áreas embarradas por el agua de lluvia, Maceda ya arrastraba molestias. El defensa se había lesionado dos jornadas de Liga antes, frente al Sevilla. Sin embargo, encontrándose el equipo en un tramo decisivo de la temporada, el jugador forzó para seguir jugando. Tras el triunfo frente al Barça, Antonio Maceda fue operado. La intervención de menisco fue realizada el 11 de marzo de 1986. Un mes más tarde, el jugador estaba recuperado. O al menos eso parecía. El valenciano volvió a los terrenos de juegos en Vigo, donde jugó el segundo tiempo del encuentro correspondiente a la jornada 32. Ganó el Madrid 1-5 aquel día. A la semana siguiente jugó frente al Zaragoza en Copa del Rey y el fin de semana disputó también la segunda parte del choque disputado en el Bernabéu frente a sus ex compañeros del Sporting. El resto de la temporada 1985-86 la jugó de titular y sólo se perdió la ida de la Final de la UEFA en el Bernabéu. La vuelta, en Alemania, sí que la jugó.

Todo parecía marchar a las mil maravillas. Campeón de Liga y de UEFA, el siguiente reto estaba puesto en México, donde se celebraría el Mundial de aquel año 1986. Por supuesto, Maceda era uno de los fijos en la Selección de Miguel Muñoz. 

Recaída en México 

Antonio Maceda inició los trabajos de aclimatación y preparación en México junto al resto de convocados. Durante una de las sesiones de entrenamiento, el azulgrana Ramón Calderé le dio un golpe en la zona de la rodilla operada. Él no lo sabía, pero estaba empezando un auténtico calvario. Se le extrajo líquido de la rodilla. Quizás lo más sensato hubiera sido detenerse para recuperarse bien, pero el primer partido de la cita mundialista estaba cerca para España. El rival, nada más y nada menos que Brasil. Nuevamente, el jugador y el cuerpo técnico deciden forzar y Antonio Maceda es titular frente a los cariocas.

El encuentro se disputa el día 1 de junio de 1986. Sí. Es el famoso partido del 'gol fantasma' de Michel. Aunque de fantasma no tuvo nada. Fue un gol en toda regla. Un golazo. Víctor sacó de córner y el balón fue a la cabeza, precisamente, de Maceda. El defensa, que había subido al remate, no logró conectar de un modo muy ortodoxo, pero tocó el esférico que sale hacia fuera del área, donde llegaba el jugador madridista. Michel conectó un espléndido disparo y el balón pega en el larguero y entra dentro de la portería. Pero después sale despedido y el colegiado, el australiano Bambridge, que no se me olvida su nombre, no concede el gol. Curiosamente, Antonio Maceda fue el primer jugador que se acercó corriendo al trencilla para pedirle explicaciones. Para engordar un poco más la faena, Brasil anota el único gol (concedido, que quede claro) del partido... en fuera de juego. Desenlace final, 1-0 para Brasil y derrota, totalmente injusta, para España. Aún no lo sabe, pero Antonio Maceda... ha jugado el último partido completo de su carrera profesional. 

Tras jugar aquel partido, la rodilla derecha se resiente y nuevamente tienen que extraerle líquido. El Mundial se acaba para el jugador, que regresa inmediatamente a España para que los médicos del Real Madrid le examinaran. Aunque en un principio los reconocimientos, artroscopia incluida, no son pesimistas, la rodilla no acaba de asentarse. La recuperación total no llega y con la temporada 1986-87 ya en marcha, el jugador tiene que pasar otra vez por el quirófano.

En el dique seco 

Yo siempre pensé que la lesión que frenó su carrera se había producido en México, en aquel partido contra Brasil. Y en cierto modo, sí, fue así. Lo que no sabía era que la rodilla afectada era la misma que le había apartado de los terrenos de juego en marzo de aquel 1986, jugando con el Real Madrid, como descubrí mucho tiempo después, cuando comencé a interesarme por las historias de los jugadores del Real Madrid y empecé a guardar y clasificar entrevistas, noticias y todo lo que caía en mis manos sobre cualquier futbolista que había vestido la camiseta madridista. Forzar no le había hecho ningún bien, estaba claro. La temporada 1986-87 se la pasó Maceda en el dique seco. No jugó ningún partido y tuvo que ver desde la grada cómo sus compañeros ganaban la Liga 1986-87, la del Play Off. 

Un año después, el jugador seguía sin tener el alta médica. Tuvo que esperar a febrero de 1988. Febrero de 1988... Un año y medio sin jugar y cargado de problemas en su rodilla derecha, que llegó a peligrar. Tuvieron que extirparle el menisco externo y a duras penas pudo volver a andar y a ponerse en forma. El día 16 de abril de 1988, por fin, Maceda vuelve a dar patadas a un balón en competición oficial. Fue en Vigo, donde el Madrid empató a cero con el Celta en un encuentro cargado de suplentes y futbolistas del Castilla al reservar Leo Beenhakker al grueso de jugadores titulares de cara a la cita europea con el PSV. Maceda saltó al terreno de juego en el minuto 74 en sustitución de Juanjo Maqueda. En la jornada trigésimo sexta de aquel campeonato de Liga 1987-88, el Real Madrid ganó 3-1 al Murcia en el Santiago Bernabéu. Maceda jugó la segunda parte en sustitución de Emilio Butragueño. Fueron sus últimos cuarenta y cinco minutos como jugador profesional sobre un terreno de juego.

Retirada

La rodilla no daba para mucho más. La suerte estaba echada, pero el Real Madrid renueva una temporada más al defensa. La campaña 1988-89. Es su último ejercicio en activo, pero no logra jugar ningún partido. Con el cierre de la campaña, el 30 de junio de 1989, expira su contrato y Antonio Maceda cuelga las botas. Tenía 32 años recién cumplidos y llevaba tres luchando contra una rodilla que no terminó de curarse del todo.

En total, Antonio Maceda Francés jugó 41 partidos oficiales con el Real Madrid y anotó cinco goles. Ganó cuatro Ligas, una Copa de la UEFA, una Copa del Rey y dos Supercopas. En alguna entrevista ha manifestado, sin embargo, que sólo se siente campeón de los títulos que ayudó a conseguir sobre el terreno de juego con sus compañeros. Lo respeto, claro está. Pero todo el trabajo que realizó durante los entrenamientos y las sesiones de recuperación tenían sentido porque, aunque lesionado, era jugador oficial de la primera plantilla del Real Madrid. Era un jugador más. Y los éxitos, en el fútbol, son colectivos.

Ahora se han cumplido veinticinco años de su retirada. Pero nunca se desligó del fútbol. Se sacó el título de entrenador y dirigió a varios equipos, entre ellos el Sporting de Gijón. Sigue la actualidad del mundo del balompié y hace las labores de comentarista en diversos medios de comunicación. Desde aquí, en 'Historias del Real Madrid', quiere rendir mi particular tributo, con todo mi cariño, a uno de los jugadores más carismáticos de mi niñez. A aquel defensa rubio que le marcó dos goles a Malta, que tumbó con otra diana a Alemania en la Eurocopa de Francia del 84, que empató aquel encuentro del barro frente al Barcelona... A aquel jugador que tantas ganas tenía de que reapareciese con éxito durante los años dorados de la Quinta del Buitre: Antonio Maceda.

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