martes, 13 de junio de 2017

LA TEMPORADA 1991-92

Recordando las andanzas del Real Madrid de hace un cuarto de siglo

Hace veinticinco años la vida era algo más placentera para mí en algunos aspectos. Los estudios y los libros ocupaban la mayor parte de mi tiempo, como le pasaba a cualquier chaval de mi edad. Pero no es menos cierto que había también mucho tiempo de ocio y las vacaciones eran más largas. Aún jugábamos en la calle y guardo muy gratos recuerdos de todos mis amigos del barrio, de mis compañeros de clase... Por supuesto, el fútbol seguía ocupando muchas horas de diversión ya fuese practicándolo o contemplando los partidos del Real Madrid...

Pongámonos en antecedentes. La temporada 1990-91 había sido un poco desastre. Pero, a decir verdad, no me había tomado tan a pecho las derrotas. Que las hubo y fueron unas cuantas... Teníamos muy reciente el ciclo ganador de las cinco Ligas consecutivas. Además, habíamos ganado la Supercopa al Barcelona, un título menor, sí, pero un título al fin y al cabo. Y además goleando al rival histórico... Caímos en Europa con el Spartak de Moscú, pero yo por aquella época, como ya he comentado alguna vez en este blog, todavía no era consciente de las oportunidades que se nos estaban escapando en Europa aquellos años. Ya me acordaría de noches como la de Eindhoven más adelante, ya... De momento lo que más me interesaba por aquella época era la Liga. Y la verdad es que las cosas no fueron nada bien aquella temporada. A Toshack le relevó el tándem formado por Di Stéfano y Camacho y en el mes de marzo de 1991 hubo nuevo cambio en el banquillo merengue con la llegada del yugoslavo Radomir Antic.

El Real Madrid perdió sus dos primeros partidos con Antic de entrenador, pero después encadenó una racha de nueve partidos consecutivos puntuando, ocho de ellos con victoria. El final de campaña fue muy bueno y el Real Madrid consiguió clasificarse para la Copa de la UEFA, objetivo por el que había sido contratado Antic hasta final de ejercicio.

En medio de aquella convulsa temporada 1990-91, mientras el Real Madrid trataba de solucionar sus muchos problemas sobre el terreno de juego, en el Club se vivió un proceso electoral en el que Ramón Mendoza volvió a ser reelegido como presidente. Durante aquella etapa, Mendoza había sondeado el fichaje del italiano Arrigo Sacchi y había llegado a un acuerdo con el ex seleccionador colombiano Pacho Maturana, que por aquellos días entrenaba al Valladolid.

Tras vencer en las elecciones y renovar su mandato, Ramón Mendoza se encontró con la difícil papeleta de la elección del entrenador para la campaña 1991-92. Radomir Antic lo había hecho muy bien los meses en los que estuvo al frente del equipo. Al yugoslavo se le ofreció un cargo técnico en el organigrama del Club, pero Antic quería entrenar. Los jugadores hablaban maravillas del técnico...

Reuniones, informes técnicos, juntas directivas... El caso es que en junio de 1991 se ratificó a Radomir Antic como entrenador del primer equipo del Real Madrid. "Me he ganado la continuidad", señalaba Antic en una entrevista al semanal As Color. El yugoslavo tenía un año más de contrato para empezar la temporada con el contador a cero.
 
Las sensaciones habían mejorado tanto en la recta final de la temporada 1990-91 que no me tomé mal lo de no ganar la Liga aquel año... Total, teníamos ya muchas... ¡Veníamos de ganar cinco seguidas! Seguro que la siguiente sería para el Real Madrid. No había de qué preocuparse. Por aquella época lo único que a mí me preocupaba era el colegio. El fútbol para mí era diversión y entretenimiento. Yo no sufría con el fútbol... todavía. Las cosas cambiarían pronto, por desgracia. Aunque yo aún no lo sabía... 

Pues sí. En el verano de 1991, una vez acabado el 'cole' tocaba disfrutar del sol y de las vacaciones. Los ases del balón dejaban paso a los ases del pedal en un Tour de Francia que coronaría, por primera vez, a Miguel Indurain. Y después del ciclismo, tocaba bajar a la calle para darle patadas al balón con los amigos. Bendito fútbol veraniego. Horas y horas emulando a nuestros ídolos con el Adidas Etrusco de mi vecino, también madridista. Y, por supuesto, atento a las noticias que iban llegando sobre la configuración del nuevo Real Madrid para la temporada 1991-92. ¿Conseguiríamos que Robert Prosinecki jugara con la camiseta blanca? ¿Habría más fichajes? ¿Seguiría el equipo la misma racha de triunfos que había encadenado desde la llegada de Antic?

Temporada 1991-92 

14 de julio de 1991. En la portada del dominical As Color un protagonista, el entrenador del Real Madrid. Antic ante su gran reto. "Quiero un Real campeón", rezaba el titular sobre una foto de Radomir Antic haciendo el gesto de victoria con los dedos. En el interior, y a lo largo de siete páginas, el entrenador yugoslavo explicaba algunos de sus puntos de vista sobre lo que quería para el equipo blanco de cara a la nueva temporada. "Venir al Real Madrid fue un sueño del que tardé en despertarme. Del que no tuve tiempo para disfrutarlo. A partir de ahora, ya más tranquilo, sin tantos agobios para intentar clasificar al equipo para la Copa de la UEFA, será diferente", contaba Antic

Luis Miguel González le preguntaba a Antic si habían sido los jugadores más significativos del vestuario los que habían conseguido su renovación como técnico madridista. "Pienso que no. Agradezco, por supuesto, las palabras de elogio que tuvieron hacia mí. Ellos me han profesado un respeto y yo hice lo mismo. Hubo, en el tiempo que trabajamos, afecto y comprensión. Pero, sin ánimo de presunción, creo que el seguir en el Real Madrid me lo gané a pulso", contestaba el preparador.

Pues sí. Antic partía de cero en el verano de 1991. Comenzaba un nuevo proyecto desde su inicio, planificando el equipo y la temporada desde cero. "Quiero un Real Madrid campeón, competitivo, ganador, triunfador...", aseguraba Radomir Antic. "Nos falta un marcador para que la zaga esté aún más equilibrada", reconocía semanas antes de que se concretara la llegada de Ricardo Rocha. "Tenemos un centro del campo que puede funcionar de maravilla", añadía además de calificar de "imprescindibles" a los miembros de la Quinta del Buitre que aún permanecían en el equipo, es decir Sanchís, Míchel y Butragueño. "También tenemos hombres importantes en esa línea. Además, yo espero que Hagi explote esta temporada", afirmaba antes de sentenciar: "Tengo plena confianza en toda la plantilla". Aquellas eran algunas de la impresiones del entrenador sobre sus jugadores. Una plantilla a la que pretendía sacar el mayor rendimiento posible basándose en su particular lema: "Disciplina, trabajo y afán de superación". 

A lo largo de aquel verano se fueron concretando las altas y bajas de la plantilla de cara al nuevo ejercicio. Dejaron el equipo Parra, Lopetegui, Solana, Losada y Spasic. Y llegaron los nuevos, Mikel Lasa, Luis Enrique, Ricardo Rocha y Robert Prosinecki. El fichaje de éste último, por cierto, fue todo un culebrón que ocupó todo el verano de 1991. Era la gran estrella del momento. Juan Eduardo Esnáider se quedaría en el Club para jugar con el Castilla, en aquel entonces Real Madrid B, en Segunda División. De los que se quedaban, uno terminaría saliendo cedido en el mercado invernal, Santi Aragón. Jugó con el Valladolid desde febrero hasta junio de 1992 para volver después al Madrid.

La plantilla

Así las cosas, la plantilla para la nueva temporada 1991-92 estaba compuesta por Buyo y Jaro como porteros, Chendo, Rocha, Sanchís, Tendillo, Villarroya, Gordillo y Lasa como defensas, Míchel, Milla, Hierro, Hagi, Prosinecki, Maqueda, Aragón y Aldana como centrocampistas, Butragueño, Hugo Sánchez, Paco Llorente, Luis Enrique y Alfonso como delanteros.

Pese a que el argentino Esnáider bajaba al Castilla, el equipo seguía contando con cuatro extranjeros, el límite que había por aquel entonces para las plantillas en el fútbol español. Y de los cuatro, sólo tres podían jugar a la vez en un partido. Rocha, Hagi, Prosinecki y Hugo Sánchez eran nuestros extranjeros, pero hay que recordar que en el momento de arrancar la temporada oficial el mexicano seguía recuperándose de su gravísima lesión de rodilla. La que le había dejado fuera de combate y le obligó a perderse la recta final de la temporada 1990-91. Antic, por lo tanto, no iba a necesitar elegir durante los primeros meses de competición. Otra cosa sería después... 

Pero no adelantemos acontecimientos. De momento Hugo seguía en el dique seco y a Luis Enrique le tocaría llevar el dorsal número 9 a la espalda acompañando a Butragueño en la punta del ataque blanco. No obstante, el asturiano no terminó jugando de punta, lo que se dice punta... Más bien actuaba escorado a la izquierda. En el Sporting había destacado como delantero centro, pero nada más llegar al Real Madrid iba a empezar a probar otras posiciones demostrando la versatilidad y la polivalencia que le llevarían a recorrer, literalmente, todos los puestos del once inicial a lo largo de su etapa como futbolista del Real Madrid a excepción del de portero y defensa central.

La pretemporada no estuvo nada mal. El equipo se puso a punto en tierras italianas cosechando varios triunfos en los clásicos amistosos frente a rivales de menor entidad. A su vuelta a España siguió con su preparación con el único lunar de su participación en el Trofeo Teresa Herrera, en el que perdimos dos partidos frente a Oporto y Ajax. Posteriormente goleamos al AC Mantova italiano, empatamos con el Lazio y cerramos la pretemporada goleando en el Trofeo Santiago Bernabéu al Colo Colo chileno por 6-1. Aquel partido recuerdo verlo por televisión en el pueblo y se me quedaron grabados en la memoria los dos últimos goles de Alfonso, que ya había debutado con el primer equipo en la recta final de la campaña anterior. La verdad es que estaba ilusionado con el equipo. ¡Estaba a punto de llegar el inicio de la competición oficial!

Empiezan las polémicas

Pero aquella temporada no iba a ser nada tranquila. Eso quedó claro desde el principio. Y no precisamente por motivos estrictamente futbolísticos... Dos jornadas de Liga pasaron para que saltara la primera polémica. El Real Valladolid visitó el Santiago Bernabéu y se impuso el equipo de Radomir Antic por 1-0 con gol de Adolfo Aldana. La imagen del partido, no obstante, fue la de Míchel tocando los genitales del colombiano Carlos Valderrama. Fue en un saque de esquina en contra del Madrid y la televisión captó el momento con total claridad. Las imágenes, por supuesto, dieron la vuelta al mundo y se pasaron una y otra vez hasta la saciedad. Míchel metió la pata hasta el fondo aquella vez. Con el tiempo acabó aceptando con humor su error, pero la verdad es que en aquellos primeros días de septiembre de 1991 el centrocampista blanco quedó a los pies de los caballos y estaba en el ojo del huracán. Aquella misma semana, además, se le había acusado a Míchel de hacer las alineaciones de la Selección española durante el Mundial de Italia. Los problemas se acumulaban sobre el 8 blanco.

En lo deportivo, es decir, en lo estrictamente deportivo, el comienzo de la competición oficial esa temporada fue muy bueno. Los resultados eran excelentes. Se empezó ganando 0-1 en Cádiz, se ganó 1-0 al Valladolid y después llegaron marcadores más holgados. Goleada 1-4 en San Mamés, 3-1 al Sevilla en el Bernabéu y otro 1-4 en Gijón. Entre medias, se superó la primera ronda europea en Copa de la UEFA ante el Slovan Bratislava en el que jugaba un tal Peter Duvobsky. 

Los resultados eran muy buenos, pero ya empezó a escucharse de fondo una cantinela que fue una constante durante todo el año... "El equipo no juega bien". ¿Qué leches era aquello de que el equipo no jugaba bien? Bueno. No adelantemos acontecimientos. Ya mencionaré luego el asunto, porque el tema del "juego del equipo" iba a traer consecuencias funestas en los siguientes meses.

Sábado 19 de octubre de 1991. En la sexta jornada liguera el Real Madrid recibió al Barcelona en el Santiago Bernabéu. La situación clasificatoria era muy significativa de cómo había sido el arranque de competición de uno y de otro. El Madrid era líder. Había ganado sus cinco partidos de Liga. El Barcelona, por contra, era décimo con seis puntos menos. Había perdido tres de los cinco partidos disputados. De hecho, se plantaba en el Bernabéu con dos derrotas consecutivas tras tropezar con los equipos asturianos. Perdió en Gijón y el Oviedo se había impuesto en el Nou Camp una semana atrás.

Aquel partido, sin embargo, supondría la pérdida de su primer punto de la temporada. El duelo concluyó 1-1 y nos dejó para el recuerdo el estreno goleador de Prosinecki con la camiseta blanca. Fue a balón parado. Un lanzamiento directo de falta que el centrocampista convirtió en gol adelantando 1-0 a los de Antic. Era el minuto 20 de partido. Por desgracia, los de Cruyff igualaron en el segundo tiempo de penalti. Aquel empate propiciaría que el Real Madrid perdiera el liderato, que recayó en el Atlético de Madrid. No obstante, los merengues volverían a lo más alto una semana después, en la séptima jornada. 

Pero antes, entre semana, tocaba Copa de la UEFA. El miércoles 23 de octubre de 1991 el Real Madrid se desplazaba a Países Bajos para enfrentarse al Utrecht. Se adelantó el equipo local 1-0, pero el Real Madrid remontó para ganar 1-3 y dejar la eliminatoria más que encarrilada. El gol del empate 1-1, por cierto, lo volvió a marcar Robert Prosinecki. Y otra vez de falta, como cuatro días antes frente a Zubizarreta. Sin embargo, aquel sería el último gol de Prosinecki aquella temporada...

Prosinecki hizo 'crack'

Sí. Literal lo de que hizo 'crack'. El centrocampista no acabó el partido. Poco después de arrancar la segunda parte Prosinecki tuvo que ser sustituido por Gordillo. Un gol en propia puerta de los anfitriones y otro tanto de Villarroya sirvieron para que el Madrid enderezara el partido mientras Prosinecki ponía fin a su periplo blanco en la temporada 1991-92. Nadie lo sabía en aquellos momentos, pero la rotura fibrilar en el muslo derecho que sufrió allí en Utrecht no era más que un eslabón más en la larga cadena de lesiones que arrastraría el jugador durante su estancia en el Club

Ya en septiembre las lesiones musculares le habían apartado del equipo durante cuatro jornadas de Liga. Había reaparecido frente al Barcelona y sólo dos partidos después volvía a romperse. El crack hizo 'crack', como titularía en una de sus portadas el diario Marca. No volvió a jugar más esa campaña. Recuperaciones, recaídas, recuperaciones, recaídas... En total, Prosinecki jugó cinco partidos y marcó dos goles. No volvería a ponerse la camiseta blanca en competición oficial hasta la temporada 1992-93.

El emblema del Estrella Roja Campeón de Europa 1990-91 había llegado como la gran apuesta del Club. El fichaje, como ya he apuntado antes, fue todo un tortuoso enredo que se prolongó demasiado en el tiempo al negarse la Federación Yugoslava a tramitar el transfer del jugador. Aquello fue un verdadero culebrón, con Miljan Miljanic, que había sido entrenador del Real Madrid, negándose en redondo a permitir que el futbolista abandonara el fútbol yugoslavo. En agosto, la FIFA le había concedió un permiso temporal a Prosinecki para jugar con el Real Madrid, que le había inscrito para jugar la Copa de la UEFA 1991-92 mientras, desde Belgrado, Miljanic pedía al Estrella Roja que le inscribiera para la Copa de Europa. Todo esto, ojo, con el jugador ya presentado como futbolista del Real Madrid desde junio. El dichoso transfer definitivo llegó desde Belgrado el 30 de octubre de 1991. Sí, efectivamente. Justo una semana después de que Robert se lesionara en Utrecht.
  
Prosinecki no pudo agradecer sobre los terrenos de juego la confianza depositada sobre él. Su baja era sensible. Teníamos en el dique seco al gran fichaje de aquella temporada. Era uno de los cuatro extranjeros en una época en la que se suponía que los jugadores foráneos eran los responsables, en buena parte, de marcar las diferencias en un equipo. Encima, no olvidemos, otro de ellos tampoco estaba disponible. Hugo Sánchez todavía andaba recuperándose. En definitiva, el entrenador, Radomir Antic, sólo podía contar con dos de nuestros extranjeros, el rumano Hagi y el brasileño Rocha.

Buenos resultados

Y lo cierto es que los dos extranjeros disponibles lo estaban haciendo muy bien. Hagi no había rendido lo esperado en la temporada 1990-91. Sin embargo, en la 1991-92 explotó. Se convirtió en uno de los mejores jugadores de la plantilla y en uno de los mejores centrocampistas ofensivos de la Liga española. Se movía a las mil maravillas en ataque y aportó muchos goles. Tenía una técnica exquisita y una zurda de oro. A mí me tenía ganado. Uno de mis favoritos aquel año...

Pero el que realmente sorprendió aquella temporada, para bien, fue otra de las novedades del equipo: Ricardo Rocha. Ya durante la pretemporada veraniega se atisbó que el Real Madrid había acertado de pleno con la contratación del brasileño. Impresiones que quedaron confirmadas una vez iniciados los primeros encuentros de competición oficial. Se le comparó mucho con Goyo Benito. Ricardo Rocha era un defensa extraordinario. Dominaba la técnica del tackle como pocos defensas que yo haya visto. Tenía una capacidad increíble para arrebatar el balón a los delanteros. Lo hacía de una manera muy aparatosa y espectacular. El más mínimo fallo suponía una falta y tarjeta segura. Pero es que tenía la habilidad para hacerlo a la perfección. Siempre al balón. Algo realmente increíble. Técnica, coordinación y precisión. Fuerza y destreza para atrapar el balón con el pie, para recuperarlo o para desviarlo. Rocha era un auténtico muro y pronto se convirtió en la columna principal de la defensa del Real Madrid. 

Al buen rendimiento de Rocha había que añadir el extraordinario momento de forma por el que pasaba nuestra portería. Camino de los 34 años, Paco Buyo atravesaba una segunda juventud y era otro de los destacados de un equipo que encajaba muy pocos goles. Se comentó mucho aquella temporada que muchos de los putos que cosechó el equipo se los debían a Buyo y a Rocha.

Otro de los nombres propios de aquella temporada 1991-92 en el Real Madrid fue el de Fernando Hierro. Radomir Antic había sacado a Hierro de la defensa y le adelantó su posición en el campo. El malagueño, que tenía cualidades para ello, explotó como un consumado rematador y respondió con goles. Con muchos goles. Lo de la temporada 1991-92 fue algo increíble en su caso. Hierro peleó, literalmente, por el Pichichi de la Liga.

Buyo, Rocha, Hierro, Hagi, Butragueño... La verdad es que el equipo rendía bien y durante los meses de octubre, noviembre y primeros de diciembre se consiguió un buen colchón y una buena renta en Liga. ¡Nos llegamos a poner a ocho puntos del Barcelona en la jornada 12! En la Copa de la UEFA llegó la primera derrota de la campaña, un tropiezo en Suiza frente al Neuchatel, con quien se cayó en la ida por la mínima 1-0. La vuelta, en el Bernabéu, se despachó con una goleada por 4-0 para remontar y seguir adelante en la competición.

¡No juegan bien!

Pues sí. El equipo funcionaba y los resultados le avalaban. Pero, al parecer, aquello no era suficiente... Siempre suelo recordar que fue aquella temporada 1991-92 la primera en la que empecé a escuchar unos argumentos machacones que he terminado detestando... Lo de que no bastaba con ganar. Lo de que había que jugar bien. 

Yo no entendía mucho de aquello, la verdad. Yo me sentaba delante del televisor y veía bien al equipo. Además ganaba, que era lo que me importaba. Como acabo de exponer unas líneas atrás, gran parte de los jugadores de la plantilla estaban rindiendo muy bien. Algunos, a muy buen nivel. El equipo rendía y sacaba los partidos adelante. ¿No consistía el fútbol en eso? Pues por lo visto, no. No bastaba con ganar. Había que jugar bien. Había que hacerlo bonito... Yo no prestaba casi atención a lo que decían los 'expertos' en los medios de comunicación. Pero, según parece, en la televisión y en la radio los entendidos decían que jugábamos muy mal. Que aburríamos... ¡Que aburríamos! Yo, la verdad, no me aburría. Pero el mensaje que circulaba era ese. Que aburríamos...

En medio de aquel clima de presión mediática llegaron dos resultados que incrementaron las críticas contra el equipo. Fue a medios de diciembre. En concreto, dos empates consecutivos frente al Zaragoza, en La Romareda, y frente al Oviedo, en el Santiago Bernabéu. Tampoco me parece que la cosa fuese para asustarse mucho... Veníamos de golear al Español 1-5 en Barcelona y de ganar 4-1 a la Real Sociedad en casa. El Madrid seguía sin perder en Liga, pero los empates con Zaragoza y Oviedo incrementaron la intensidad de las críticas. Fueron los dos últimos partidos del Real Madrid en el año 1991.

 1992

Dejábamos atrás 1991. Dábamos la bienvenida a 1992, un año que habíamos esperado con mucha ilusión desde tiempo atrás. Por delante, la Expo de Sevilla, el AVE, los Juegos Olímpicos de Barcelona... Aquella Nochevieja, como era habitual por aquellos tiempos, todas las familias se reunían delante del televisor para ver el programa especial del dúo humorístico Martes y Trece. El de aquel año se tituló 'El 92 cava con todo'. Y el título, por desgracia, sería profético futbolísticamente hablando en cuanto al Real Madrid se refiere...

Sí. Para el Real Madrid el año 1992 iba a acabar con todo... Aquello sería un antes y un después... Habíamos terminado 1991 con dos empates. El problema es que 1992 lo empezamos con una derrota. Fue la primera derrota en Liga de la temporada 1991-92 y llegó casi con las uvas. Visitamos el Vicente Calderón para enfrentarnos a un Atlético de Madrid que tardó... un minuto en ver portería. Empezamos bien el año, sí. Primer minuto de juego de 1992 y gol de Vizcaíno. Los de Luis Aragonés ganaron 2-0. Ya eran tres partidos de Liga consecutivos sin ganar. Dos empates y una derrota. ¿Qué se decía en los medios de comunicación? Pues no es difícil imaginárselo...

Aquella misma semana el Real Madrid iniciaba su andadura en otra competición, la Copa del Rey. Pasaba por el Bernabéu el Burgos para disputar la ida de los octavos de final. Se ganó bien, 4-0, con doblete de Butragueño y goles de Hierro y Luis Enrique. El conjunto de Antic volvía a golear y el fin de semana volvía a jugar en casa frente a Osasuna

Y nueva victoria, segunda consecutiva. Se pusieron por delante los blancos con goles de Butragueño y Hagi. Redujo distancias el cuadro navarro por mediación de nuestro 'ex' Cholo antes del descanso. Pero en el segundo tiempo Maqueda y Hagi distanciaron al Madrid 4-1. Osasuna anotó el 4-2 pero Alfonso, en las postrimerías, sentenció la contienda. 5-2 para el Madrid. Mención especial aquel 12 de enero de 1992 para el segundo gol del partido, un espectacular lanzamiento de Hagi desde casi el centro del campo para batir al portero rojillo. Un auténtico golazo que los espectadores de El Día Después escogieron como el mejor gol de la campaña 1991-92 en el último programa de la temporada.

¿Había enderezado el rumbo el Real Madrid? En cuanto a resultados parecía que sí. Al fin y al cabo, todos los equipos suelen pasar por algún bache en algún momento del año. Y el Madrid lo había pasado con aquellos dos empates y la derrota en el derbi. Pero parecía que las aguas habían vuelto a su cauce... Digo "parecía", porque en los medios seguían insistiendo en que jugábamos mal y que no dábamos espectáculo...
  
La presión mediática sobre el equipo era evidente y el clima no podía ayudar en nada. Por aquellos tiempos, José María García era quien comandaba la radio deportiva nocturna desde los micrófonos de la desaparecida Antena 3 Radio. Todo el mundo escuchaba a García y lo que decía García iba a misa. Bueno, pues resulta que José María García no podía ni ver en pintura a Radomir Antic. No tengo ni idea del motivo. Pero siempre que podía, aprovechaba para machacarlo. García también estaba enfrentado con "las trillizas", que era como el periodista llamaba a Míchel, Sanchís y Butragueño. Los componentes de la Quinta, por otro lado, siempre tenían palabras de apoyo para Antic, con lo que las críticas contra el grueso del vestuario madridista y su cuerpo técnico estaban a la orden del día...

Eso eran cuestiones, digamos, 'extradeportivas' de las que yo empezaba a estar un poco al tanto, aunque en realidad lo que a mí me interesaba era lo que se ceñía, de manera estricta, a lo futbolístico. A lo que pasaba con el balón. ¿A qué venía todo aquello de que jugábamos mal? ¿Por qué no valía con ganar? ¿De verdad había motivos para preocuparse?

Pues sí que tengo que reconocer que hubo un partido que me dejó muy mal cuerpo... Fue el partido disputado en Valencia, el sábado 18 de enero de 1992. Partido televisado, lo recuerdo perfectamente... El Madrid se puso 0-1 mediado el segundo tiempo. Pero el Valencia le dio la vuelta al partido justo al final. Dos goles en poco más de un minuto, en el 87' y en el 88'. Obviamente no fue plato de buen gusto que te remonten un partido en un minuto y justo al final. Fue un jarro de agua fría, sobre todo por cómo llegó la remontada. En un minuto y al final. Era la segunda derrota consecutiva como visitantes y aquello iba a precipitar los acontecimientos que, desde mi punto de vista, marcaron la temporada... Y mucho más... 

El cese de Antic  

Jornada 19. El Real Madrid finalizó la primera vuelta en el Santiago Bernabéu frente al Tenerife. Las crónicas señalan que el equipo jugó mal. Pero ganó 2-1. A pesar del triunfo, a pesar de ser Campeones de Invierno, a pesar de ser líderes con tres puntos de ventaja sobre el segundo, al día siguiente, lunes 27 de enero de 1992, Ramón Mendoza y su junta directiva decidieron cesar a Radomir Antic como entrenador del primer equipo del Real Madrid.

No lo entendí. Yo nunca lo entendí. El Real Madrid era líder. Catorce victorias, tres empates y sólo dos derrotas. Campeones de Invierno. El equipo vivo en las tres competiciones que disputaba. Líder en Liga, cuartofinalista en Copa y cuartofinalista en Copa de la UEFA. Estábamos a mitad de temporada, en el mes de enero. Justo en el ecuador de la Liga... Y Ramón Mendoza y su junta directiva tomaron la decisión de cesar al entrenador. Se mire como se mire, aquello fue un disparate. Un auténtico disparate. 
  
El vestuario estaba con Antic. Nadie entendió aquella drástica decisión. Los jugadores se mostraron muy dolidos con todo aquello. "Es una locura y no sé ni qué decir ante un caso como este. Cuando me lo dijeron pensé que era una broma. Antic ha trabajado con honradez, con lealtad, ha sabido tratar a los jugadores y deja líder al equipo. Estoy muy asombrado", apuntaba Ricardo Rocha

"Aunque no sea un tema de mi competencia creo que puedo opinar. Ha sido una injusticia. Al saberlo me puse en contacto con él para darle ánimos porque lo está pasando mal. Todo el vestuario, todos los jugadores estábamos con él", señaló Fernando Hierro.  

"Es una medida desacertada, si jugamos mal la culpa es de los jugadores y nadie debe olvidar que la temporada pasada aceptó una situación muy difícil y cumplió lo que se le había pedido. Acepto la decisión, claro, pero no la comparto", manifestó Manolo Sanchís.  

"Al saberlo lloré de rabia y de indignación porque no es justo. Aparte de que le debo mucho por la confianza que me dio, el equipo jugó bien y mal pero es líder. En mi país nunca se cesaría al entrenador de un equipo que es líder destacado", sentenció un dolido Hagi.

"Para mí ha sido una sorpresa, nadie se esperaba que ocurriera pero no debo opinar sobre una decisión de la directiva. Leo tuvo en su momento una plantilla maravillosa y no sé si podrá repetir lo mismo", confesó Emilio Butragueño.

Y podría seguir recopilando declaraciones de todos los futbolistas de la plantilla del Real Madrid repasando revistas y periódicos de la época. Todos en la misma línea. Resulta hasta llamativo lo claritos que fueron todos los futbolistas de manera pública criticando la decisión del Club de cesar al entrenador.

Los medios de comunicación publicaron numerosas encuestas sobre el cese de Antic y la gran mayoría de los profesionales, técnicos y jugadores de otros clubes también expresaban que la decisión había sido incomprensible teniendo en cuenta que el Madrid era líder en la Liga y seguía optando a ganar la Copa del Rey y la Copa de la UEFA. Como muestra, las palabras de Benito Floro, por aquel entonces técnico de moda por la buena campaña que estaba realizando su Albacete. "La decisión de destituir a Antic constituye una modélica falta de honradez y de sentido común; ha cumplido lo que le pidieron, clasificar al equipo para la UEFA y ser líder de la Liga. La reacción de sus jugadores es muy significativa". Más claro, agua. Y casi todos los profesionales se manifestaron en términos similares.

Beenhakker por Antic

Hubo cambio de papeles. El holandés Leo Beenhakker, que había regresado al Club meses antes como mánager general, sería el nuevo inquilino del banquillo madridista. Beenhakker sustituyó a Antic como entrenador y el yugoslavo aceptó seguir en el Club hasta final de temporada como mánager general. "Tras dejar el trabajo en el campo, el presidente me ha ofrecido uno de despacho, y he aceptado. Me queda hasta el 30 de junio de contrato y voy a intentar justificar el dinero que se paga por mí. Además, tengo un gran cariño a este club y estoy dispuesto a seguir trabajando por él", confirmó el a partir de entonces ex entrenador madridista ante los medios de comunicación en declaraciones recogidas por el diario El País. "Mis criterios futbolísticos han sido un éxito para el conjunto. Estoy satisfecho conmigo mismo y con el comportamiento de los jugadores. Yo puse todo de mi parte para ayudar al Club, algo que voy a seguir haciendo desde mi nuevo puesto en el cuadro técnico", declaró Radomir Antic en su comparecencia posterior al cese.

¿Y cómo se justificaba aquella decisión desde el Club? "Tras escuchar el último informe realizado por los técnicos del club, la junta directiva ha decidido, por unanimidad, la conveniencia de efectuar un cambio en el puesto de entrenador. Este cambio se ha realizado por cuestiones técnicas, que indican la necesidad de implantar en el equipo un sistema de juego diferente", explicó el presidente Ramón Mendoza durante el acto de presentación del nuevo entrenador. "Lo que buscamos es un equilibrio entre los resultados deportivos y el espectáculo, algo necesario en una sociedad que recibe cada domingo a más de 80.000 espectadores. Puntos y espectáculo es el gran reto del Madrid a partir de ahora, porque estábamos cansados de escuchar que el Madrid aburría", reconocía el presidente ante los medios de comunicación en una comparecencia en la que le acompañaron el nuevo técnico, Beenhakker, el capitán Miguel Porlan Chendo, el director de fútbol Ramón Martínez y los vicepresidentes Lorenzo Sanz y Mariano Jaquotot.

El cese de Radomir Antic se justificó esgrimiendo la poca brillantez del juego desplegado por el equipo. No bastaba con ganar. Había que dar "espectáculo". En otras palabras, se había cedido a la presión mediática que se había ejercido contra el Real Madrid a lo largo de los anteriores meses. La palabra "espectáculo" se escuchó mucho en aquella comparecencia ante los medios del martes 28 de enero de 1992. Demasiado, diría yo... "El público que acude al Bernabéu no sólo quiere triunfos sino que desea ver espectáculo, algo que Antic no fue capaz de aportar y que intentaremos conseguir con Beenhakker. De todas formas, la sociedad está muy agradecida al trabajo de Antic. Levantó al equipo de una situación extraña el año pasado", argumentaba Ramón Mendoza en declaraciones recogidas por Don Balón.

El propio Leo Beenhakker, en su rueda de prensa como nuevo entrenador, respaldó la idea de que llegaba para practicar un fútbol más ofensivo. "Cada equipo tiene un objetivo, y el del Madrid es claro y difícil de realizar; por eso, el trabajo de Antic ha sido formidable. Mi intención es dotar al Madrid de un fútbol más alegre y ofensivo, que no vaya reñido con los resultados deportivos. Es algo difícil, sí, pero el Milán se ha encargado de demostrar que no es algo imposible de realizar", argumentó el técnico.

El cese de Radomir Antic y la llegada de Leo Beenhakker al banquillo del equipo blanco supusieron un terrible punto de inflexión en el Real Madrid de la temporada 1991-92 y, desde mi modesto punto de vista, en la Historia del Club. Se justificó aquella absurda decisión argumentando que había que dar "espectáculo". Y, desde luego, dimos espectáculo. Mucho espectáculo. Pero no del esperado...

Cuesta abajo...

2 de febrero de 1992. Vigésima jornada de Liga. El primer partido de la segunda etapa de Leo Beenhakker como entrenador blanco fue un Real Madrid-Cádiz en el Santiago Bernabéu... en el que llegó el primer tropiezo. Empate 1-1. Pero ahora, como José María García decía desde la radio, en el banquillo del Real Madrid había "un entrenador" de verdad.

Al empate con el Cádiz le siguió... una derrota en el campo del Valladolid. Goleamos al Athletic de Bilbao... Pero después volvimos a perder. Esta vez con el Sevilla. Aquello no me convencía nada. ¿Espectáculo? ¿Jugar bien? ¡Yo lo que quería era que mi equipo ganara! Y tras el cese de Antic, el equipo, según los entendidos, seguía sin jugar bien... y encima perdíamos. Un cambio cojonudo, con perdón.

Aquello fue un desastre. La ventaja en Liga se fue dilapidando. El equipo unos días ganaba con muchos goles y al siguiente volvía a tropezar. Para colmo, lo medios seguían machacando con el asunto del juego del equipo. Vamos con un ejemplo. Don Balón. Número 853 de la revista correspondiente a la semana entre el 3 y el 9 de marzo de 1992. Entrevista a Francisco Javier Pérez Villarroya. Una de las preguntas:
¿Por qué este Real Madrid no convence, aún ganando? "No lo sé. Yo creo que cuando los jugadores salimos al terreno de juego lo que queremos hacer es jugar bien, brindar espectáculo y ganar. En muchas ocasiones se han dado todas esas cosas, y en otras, más que nada últimamente, se jugó mal. Pero es el técnico el que debe ver esos errores e intentar remendar los agujeros", respondía el defensa madridista. El periodista, Rodolfo Chisleanschi, insistía.  ¿No cree que fueron más los malos que los buenos encuentros? Villarroya respondía: "Te puedo mencionar varios partidos muy completos. Contra el Español, en Bilbao, en Gijón. Quizás en global, hasta ahora, el juego no fue el deseado por la gente, pero está claro que si el Madrid es líder lo es por algo, y hay méritos propios por los que alcanzamos esa posición: tesón, trabajo y buen juego".


 Y así continuamente. Los jugadores tenían que estar siempre a la defensiva. Estábamos en lo más alto de la tabla pero las críticas eran constantes. Se cuestionaba que el equipo estuviese arriba. No lo merecía, según los expertos... El clima que había alrededor del Real Madrid no era muy positivo, no... Y encima los disgustos empezaron a acumularse...

 Adiós a Juanito

El 2 de abril de 1992 el madridismo recibió una pésima noticia. Juan Gómez 'Juanito' perdió la vida en accidente de carretera cuando regresaba a Mérida. El entonces técnico del equipo extremeño había acudido a Madrid para presenciar el partido de la Copa de la UEFA entre el Real Madrid y el Torino junto a su preparador físico, Manuel Jiménez 'Lolino', y tres de sus jugadores, Pepe Pla, Ricardo Sanz y Javier González EtxebarriaDe vuelta a Mérida, el coche en el que viajaban Lolino y Juanito se topó con un camión que había perdido su carga de troncos de madera sobre el asfalto. Al tratar de esquivarlos, el vehículo chocó con un tercer camión que había aparcado en el arcen en auxilio del primer vehículo. Juanito murió en el acto...

La noticia de la muerte de Juanito causó una gran conmoción en el fútbol español. Pero, sobre todo, en el Real Madrid, donde el malagueño era todo un ídolo. Parte de la plantilla del equipo blanco, además, había coincidido con Juanito en el Madrid. Desde el entrenador, Leo Beenhakker, a jugadores como Buyo, Chendo, Sanchís, Gordillo, Míchel, Butragueño o Hugo Sánchez. Algunos, como en el caso de Gordillo, eran amigos íntimos... Las imágenes de la plantilla al completo durante el funeral hablan por sí solas. Es fácil de entender que la muerte de Juanito afectó también al equipo y a sus jugadores. 

Menos de dos semanas después, el miércoles 15 de abril de 1992, el Real Madrid jugó en el Estadio Delle Alpi de Turín el partido de vuelta de las semifinales de la Copa de la UEFA frente al Torino de Martín Vázquez. En la ida habíamos ganado 2-1. A los siete minutos de echar a rodar el balón llegó una jugada de mala suerte para el Real Madrid... y para Ricardo Rocha. Un balón colgado por los italianos desde la derecha al centro del área era rematado por el defensa brasileño que, en su intento de despeje, lo que hizo fue clavarla en nuestra portería. Aquel autogol dejaba la eliminatoria 2-2 con ventaja para los italianos por el valor doble del gol conseguido en el Bernabéu. El Madrid se lanzó a por un gol que le pondría por delante de nuevo, pero no. No era el día. No era el día tampoco. Las cosas no salían bien. En el minuto 77 llegó la puntilla. Los anfitriones hacían el 2-0. Los de Beenhakker necesitaban al menos un gol para forzar la prórroga. Pero no hubo gol. El Madrid quedaba apeado de la Copa de la UEFA y se perdía la Final.

Más polémicas

La vuelta de Hugo Sánchez no estaba resultando todo lo positiva que se hubiera supuesto en un primer momento. Tras varios meses de inactividad a causa de la grave lesión que sufrió en su rodilla izquierda en la recta final de la temporada 1990-91 el mexicano volvió a estar disponible a finales de diciembre de 1991, aunque no reapareció en el césped hasta enero de 1992. En concreto, volvió a jugar el 8 de enero en partido de Copa frente al Burgos. El rendimiento del delantero quizás no era el esperado o al que nos tenía acostumbrados el 'pentapichichi'. Bueno... Era normal. Acababa de salir de una gravísima lesión y tenía que ir cogiendo forma poco a poco. Anotó tres goles tras su vuelta, uno de chilena en el 5-0 al Athletic Club, uno al Sigma Olomouc en Copa de la UEFA y otro al Deportivo el 22 de marzo de 1992. Aquel gol frente a los gallegos sirvió para dar el triunfo 1-0 al Madrid... Y fue el último gol de Hugo Sánchez con la camiseta del Real Madrid.

La aportación deportiva no terminó de ser muy relevante... Pero lo realmente problemático fue que el mexicano se vio envuelto en varias polémicas. En enero el jugador fue sancionado con una multa por declaraciones contra la justicia deportiva. En la vuelta de un partido de Copa del Rey frente al Valencia, el delantero no fue convocado y decidió quedarse en el hotel en lugar de acudir al Luis Casanova. El Club sancionó por indisciplina al jugador, cuya relación con el entrenador no parecía la mejor posible. El técnico holandés no contó con el mexicano en algún partido, lo cual no era del agrado de Hugo, que no soportaba estar en el banquillo. Se trataba de un jugador que prefería no estar convocado a tener que sentarse con los suplentes.

Hugo no estuvo en Turín el día de la eliminación de la Copa de la UEFA. Tres días después, el sábado 18 de abril de 1992, realizó unas declaraciones que dieron mucho que hablar. El delantero, molesto con su situación en el equipo, soltó aquello de "se me están inflamando las amígdalas".  Yo, por aquel entonces, no tenía ni idea de qué eran las amígdalas y lo primero que pensé es que a Hugo lo que se le estaban inflando eran "las pelotas". Me quedé más tranquilo tras consultar el diccionario y ver que las amígdalas estaban más arriba, allá por la garganta... Aunque seguía sin entender muy bien la expresión y sospechaba que, como había intuido en un primer momento, el 'manito' estaba en realidad hasta los huevos de Beenhakker. "Parece que las cosas se hacen de cachondeo y a mí me gustan las cosas serias", reiteró el ariete. Las declaraciones, cómo no, generaron una enorme polvareda y no sentaron muy bien ni en el vestuario ni en el Club

Según se comentó, Hugo se había negado a viajar a Turín con el equipo al no tener garantizada la titularidad. El jugador negó que las cosas hubieran sido así. En cualquier caso, el lío estaba encima de la mesa y las manifestaciones del jugador enrarecieron la situación. El Club decidió finalmente multar al futbolista y castigarle con 70 días de empleo y sueldo. El contrato de Hugo Sánchez con el Madrid expiraba el 30 de junio de 1992, lo cual quería decir que a finales de abril se ponía punto y final a la etapa del delantero en el Real Madrid después de siete temporadas.

Tramo decisivo

Las malas noticias se acumulaban. La eliminación europea en Turín era una constatación más de que el equipo no marchaba bien. Las sensaciones apuntaban a que seguíamos cuesta abajo. Ya no podíamos esgrimir el argumento de que estábamos vivos en todas las competiciones... Pero aún quedaban los títulos nacionales y había que pelear por ellos. El Madrid estaba clasificado para las semifinales de Copa y en Liga seguía en lo más alto.
   
Y así seguía avanzando la temporada. Entre polémicas, críticas al juego del equipo... y resultados irregulares. Especialmente fuera de casa. A domicilio era donde más le costaba al equipo sumar los puntos. En marzo habíamos pasado por el Nou Camp y sacamos un empate. Pero una jornada después los de Beenhakker perdieron en Las Gaunas con el Logroñés. Tuvimos un pequeño respiro con tres victorias consecutivas. Ganamos al Deportivo en el Bernabéu, nos impusimos al Albacete a domicilio y doblegamos al Burgos en el primer partido que jugábamos tras la muerte de Juanito

El triunfo en Albacete, por cierto, fue la única victoria que cosechó el Real Madrid a domicilio en toda la segunda vuelta. Y ahí residiría uno de los problemas que influyó en que pasase lo que pasó al final... No volvimos a ganar fuera de casa. Las salidas, lejos del Bernabéu, eran un suplicio y nos íbamos dejando puntos por el camino. En la trigésima jornada nos desplazamos a Mallorca... y empatamos a cero.

Una semana más tarde el Madrid recibía al Español en el Bernabéu. La noche anterior, el Barcelona, que ya le estaba pisando los talones al líder de la Liga, se impuso 7-1 en el Nou Camp a la revelación de aquella temporada, el Albacete. La clasificación estaba muy apretada, con el Madrid por delante con sólo dos puntos más que el Barcelona. Había que tener muy en cuenta el golaveraje, que en aquellos momentos era favorable a los de Beenhakker. Tras el 7-1 del Nou Camp los azulgranas se ponían con 68 goles a favor y 34 en contra. El Real Madrid tenía 59 a favor y sólo 22 en contra. Los siete goles del segundo clasificado reducían las distancias del golaveraje. Pero al día siguiente, el Real Madrid respondió. Si el Barcelona había ganado 7-1, el Real Madrid lo hizo... 7-0. No sólo recuperó la diferencia sino que la aumentó en un gol. Y en aquel partido frente al Español hubo un protagonista destacado, Fernando Hierro, autor de cuatro goles.

Pero, lo dicho, un día el equipo respondía y al siguiente pinchaba. Nueva salida, esta vez a San Sebastián. Siempre recordaré este partido como el primero que vi en directo por Canal Plus, en un bar al que solíamos acudir los amigos de la cuadrilla para jugar a la máquina recreativa y al futbolín. Y un minuto tardó el equipo de John Toshack en ponerse por delante... Gol de Kodro. Remontó el Madrid con goles de Butragueño y Hagi, pero en el segundo tiempo el portugués Carlos Xavier igualó el marcador 2-2. Y así acabó el partido. Otro partido fuera que no ganábamos. 

Entramos ya en mayo y la Liga, ese mes, arrancó con un triunfo 2-0 sobre el Zaragoza con goles de Míchel. En la siguiente jornada volvíamos a salir fuera. Rumbo a Oviedo. El partido se jugó en sábado y se emitió por televisión, tampoco se me olvida. Uno de mis mejores amigos, compañero de clase durante muchos años, acababa de sufrir un grave accidente de bicicleta y aquel 9 de mayo acudimos todos los amigos al hospital para visitarle. De vuelta a casa, llegué a tiempo para poner el partido por la tele. No recuerdo bien si se jugó bien o mal... Pero del final del partido me acuerdo perfectamente. Perfectamente. De no ganar, lo mejor siempre es un empate y el encuentro había llegado al minuto 90 con 0-0. No parecía que el equipo pasara por agobios y al menos se sumaría un punto. Pero en tiempo de descuento... No sé qué quería hacer Hagi, pero allí dentro de nuestra propia área cometió un error de infantiles y dejó el balón perfecto para que su compatriota, el rumano Lacatus, anotara el 1-0 para el Oviedo. Encima por culpa de Hagi, uno de mis ídolos del momento... ¡Menuda cara se me quedó! Increíble perder aquel partido...


La derrota en Oviedo fue más grave de lo que yo pensaba. Sólo quedaban cuatro jornadas por delante y volvíamos a dar vida a nuestros rivales. El Barcelona, que tras las últimas jornadas había quedado cuatro puntos por detrás, ganó en Cádiz y se puso a dos puntos. Y el Atlético de Madrid ganó 2-1 al Sporting y se puso... a un solo punto. ¡Y el siguiente partido era el derbi frente a los colchoneros en el Bernabéu!

Suele recordarse el final de la Liga 1991-92 como un mano a mano entre el Real Madrid y el Barcelona. Sin embargo, no fue exactamente así. El Atlético de Madrid, con Luis Aragonés en el banquillo, estaba metido de lleno en la pomada. No sólo eso. Es que en aquel derbi del 16 de mayo de 1992 los rojiblancos visitaban el Santiago Bernabéu como segundos clasificados. Era la jornada 35 y el Madrid era líder con 49 puntos. El Atlético era segundo con 48 y el Barcelona tercero con 47 puntos. Por ese motivo, aquel derbi parecía una Final. Daba la sensación de que quien ganara el encuentro sería el Campeón. Craso error... Pero bueno.

Un buen recuerdo

El último buen recuerdo, más bien... Suena demasiado exagerado, lo sé. Pero lo escribo como lo siento. Lo recordé hace unos pocos días aquí en 'Historias del Real Madrid'. El último buen recuerdo de mi etapa más inocente como seguidor del Real Madrid, de mi 'etapa infantil', por decirlo de alguna manera, se remonta al sábado 16 de mayo de 1992. Aquel día se jugó en el Santiago Bernabéu el derbi entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid. La Liga en juego.

El partido también iba a ser un duelo entre los dos máximos anotadores de la Liga en aquellos momentos: Manolo, que encabezaba la clasificación del Pichichi, y Fernando Hierro, que con Beenhakker seguía jugando en las posiciones adelantadas en las que le había reubicado Radomir Antic. De hecho, en aquel derbi Hierro volvió a jugar con el dorsal 9 a la espalda, igual que el día de los siete goles frente al Español.

El encuentro se retransmitió en directo y lo seguí en el mismo bar en el que había visto el Real Sociedad-Real Madrid de la trigésimo segunda jornada. Y fue un partidazo. Se adelantó el Atlético con gol de Manolo y empató el Madrid por mediación de Luis Enrique, uno de los destacados aquella tarde-noche. En la segunda parte volvieron a golpear los rojiblancos con un gol de Aguilera, pero los de Beenhakker remontaron con un tanto de Butragueño y otro de Juanjo Maqueda para ganar el partido. De verdad, guardo muy buenos recuerdos de aquel partido. Lo disfruté muchísimo y me llevé una alegría enorme. No olvidaré nunca el final del encuentro, con los jugadores del equipo blanco lanzando al público sus camisetas. 

La victoria frente al Atlético de Madrid, a tres partidos ya del final de Liga, fue tan importante que desató cierta euforia entre los aficionados. Yo, desde luego, estaba convencido de que habíamos ganado la Liga. Aquello fue una inyección de moral tremenda. Si le habíamos ganado al segundo clasificado, la cosa tenía que estar ya medio hecha. ¿Verdad?

Pues no. Para nada.  Qué equivocado estaba... Aquella misma jornada 35 el Barcelona doblegó al Mallorca 3-0 y, aprovechando la derrota del Atlético de Madrid, se colocaba segundo en la clasificación a dos puntos del Real Madrid. Quedaban sólo tres jornadas... En la siguiente jornada tocaba partido fuera para el Madrid. Y, para seguir la costumbre que había adquirido el equipo, se volvió a pinchar. Otro empate. Esta vez en Pamplona con el Osasuna. Empate y gracias, porque los locales se adelantaron 1-0 en el segundo tiempo y el equipo blanco tuvo que esperar a la recta final para igualar el marcador con un gol de Butragueño. Fue un sábado. Al día siguiente, domingo, el Barcelona goleó en Valladolid y se ponía a un solo punto del Madrid a falta de dos partidos para la conclusión del campeonato.

Fue por aquellos días cuando empecé a escuchar un término y un concepto del que no había oído hablar nunca. El de las 'primas'. Los pagos de terceros por ganar. A mí todo aquello me parecía algo ajeno al fútbol. Me parecían cosas 'de mayores' a las que no prestaba atención. Para mí el fútbol era todo mucho más sencillo. Dos equipos jugando, un balón, marcar más goles que el contrario... A mí me interesaba únicamente lo que pasaba dentro del terreno de juego. Y para la jornada 37, penúltima de la Liga, tocaba prestar atención a la visita del Valencia. Ganó el Madrid 2-1 con goles de Míchel y de Hierro, cómo no, el máximo anotador del equipo. El Barcelona también ganó al imponerse a domicilio al Español, por lo que seguía un punto por detrás. Pero el Atlético de Madrid empató 1-1 en Riazor y se despedía de la lucha por el título de manera ya definitiva. Ya no tenía opciones, la Liga sería una disputa entre Real Madrid y Barcelona que se resolvería en la última jornada.

Final de Liga

Recuerdo aquella última semana con total tranquilidad. No podía imaginarme que la Liga se pudiese escapar. No después de haber estado líderes tantas jornadas. Echando la vista atrás reconozco que no tiene mucho sentido, pero yo era todavía un crío y pensaba con esa simpleza. Sencillamente, no podíamos perder la Liga porque llevábamos mucho tiempo siendo líderes.  El equipo se puso en cabeza por primera vez en la quinta jornada. En la sexta cayó a la segunda posición con aquel empate 1-1 frente al Barcelona. Pero en la séptima el Madrid se volvió a encaramar a lo más alto de la tabla... Líderes desde octubre... Octubre, noviembre, diciembre, enero, febrero, marzo, abril, mayo... ¿Pero seríamos líderes también en junio, al acabar la Liga? Yo estaba convencido de que sí. Que seríamos Campeones. Había que ganar en Tenerife. El Real Madrid dependía de sí mismo para conseguir el título.

Pero también recuerdo de aquellos últimos días los comentarios malintencionados que se hicieron respecto al partido de la última jornada. En aquel Tenerife de la temporada 1991-92 había varios ex madridistas. Algunos de peso, como el técnico, Jorge Valdano. Entre los jugadores estaban el portero Agustín y los defensas Julio Llorente y Francis, canterano de la generación de la Quinta del Buitre que llegó a disputar cinco encuentros con el primer equipo blanco. Se daba la curiosidad, además, de que Julio Llorente tenía a su hermano Paco Llorente jugando en el Real Madrid. Incluso el hermano de Fernando Hierro, Manolo Hierro, jugaba en el Tenerife. El Tenerife, además, acababa de certificar la permanencia en el penúltimo partido, por lo que ya estaban salvados en la última jornada.

Aprovechando todas esas circunstancias, desde Barcelona se hablaba casi abiertamente de que el Tenerife se iba a dejar ganar el partido. Hubo declaraciones por parte de José Luis Núñez encaminadas en ese sentido. Otros, como Jesús Gil, dijeron sin rodeos que el partido estaba "amañado". Los jugadores del Tenerife reivindicaban su profesionalidad y a Jorge Valdano le estuvieron toda la semana haciendo entrevistas en las que trataba de defender la honorabilidad de los suyos. Se habló mucho de las 'primas' aquellos días. Desde Madrid se daba por hecho que los tinerfeños contarían con un incentivo económico para doblegar al conjunto blanco.

A mí, la verdad, es que todos aquellos asuntos "extradeportivos" me aburrían bastante por aquel entonces. Para bien o para mal, a mí sólo me interesaba lo que sucedía dentro del rectángulo de juego. Y la situación era bien clara. El Madrid era primero y el Barcelona segundo a un punto. Tocaba jugarse el título el último día, en Tenerife. Nos tocaba jugárnosla en el Heliodoro Rodríguez López con el Tenerife de Jorge Valdano. El Barcelona jugaba en su casa con el Athletic de Bilbao. Necesitaban nuestro tropiezo para llevarse la Liga. Yo estaba convencido de que el Madrid ganaría, pero...

Trauma en Tenerife

Llegó el último partido. La jornada 38. Una jornada de infausto recuerdo para los madridistas. Ya escribí con detalle el otro día cómo viví aquel 7 de junio de 1992. Mi peor recuerdo como madridista. Sin ninguna duda. El peor.

El Madrid se puso 0-2 con goles de Hierro y Hagi. Los tinerfeños recortaron distancias antes del descanso. Mientras, el Barcelona encarrilaba su encuentro frente al Athletic Club, al que terminó ganando 2-0. El Madrid estaba obligado a no fallar. El 1-2 le valía al conjunto blanco. El colegiado García de Loza expulsó a Villarroya y el equipo quedó con diez jugadores. Y todo se vino abajo en el minuto 76. Una jugada de Felipe por la derecha, adentrándose en el área, concluyó con un pase al centro del área pequeña. El balón parece que quedaba en los pies de Rocha, con Buyo batido en el suelo. El defensa quiso lanzar el balón fuera y lo golpeó... metiéndolo en nuestra propia portería. El 2-2 no nos valía. Y mucho menos el 3-2 con el que remontaban los de casa poco después. Aquella cesión de Sanchís a Buyo, aquel balón suelto a puerta vacía y el gol de Pier... Un desastre.

El Real Madrid perdió aquella Liga. Y claro, uno de los nombres propios fue el de Ricardo Rocha, el autor involuntario de aquel 2-2 en propia puerta. Inolvidables aquellas imágenes en el aeropuerto del defensa brasileño llorando como un niño con la cabeza hundida mientras el entrenador, Leo Beenhakker, trataba de consolarle... "Perder la Liga en Tenerife me produjo una pena muy grande", señalaría después en una entrevista para Don Balón. "Todos queríamos ganar el título pero estoy seguro de que yo tenía más ganas que otros compañeros porque la mayoría tenía ya cinco Ligas en su historial. Mi primer año en el Madrid y ganar la Liga era casi como un sueño, y lo peor es que la regalamos, no sólo en Tenerife sino desde bastantes jornadas antes", añadía Rocha.

Aquello fue terrible. Un suplicio de final de temporada.
La Liga la perdimos en la última jornada. Después de haber llegado a disponer de ocho puntos de ventaja con el Barcelona en los primeros meses de la competición nos plantamos en el mes de junio con un solo punto de margen. Tantas jornadas en lo más alto para acabar cediendo el último día. Nadar para ahogarse en la orilla, literalmente. "Terminó la Liga más reñida", tituló en su portada la revista oficial del Real Madrid en su número correspondiente al mes de junio de 1992.

Y el remate...

Ojo que la temporada no había terminado todavía. Perdimos la Liga... ¡Y perdimos la Copa del Rey! Las semifinales se jugaron después de acabar la Liga. Teníamos que superar al Sporting. Ganamos en Gijón 1-2 y en la vuelta en el Bernabéu, el equipo blanco se impuso 5-2. 7-3 en el global de la eliminatoria. Accedíamos a la Final. Era el último consuelo, la última oportunidad de ganar algo en aquella temporada 1991-92. Pero... ¿Cómo estaba el equipo?

La Final se disputó en el Santiago Bernabéu el sábado 27 de junio de 1992 frente al Atlético de Madrid. Había pasado poco más de un mes de aquel derbi que tan buen sabor de boca me había dejado. Pero las sensaciones ya no eran las mismas. Hasta yo había cambiado ya como aficionado. Recuerdo que ya no viví el partido como otras veces. Ya no lo veía como una fiesta o una diversión. Lo de Tenerife me había dejado muy jodido y el fútbol ya no tenía gracia. Es una pena, pero ya no volvería a ver el fútbol igual. Es tal y como lo cuento. Notaba la 'presión' que se vivía en torno al Real Madrid. Esa "obligación" de tener que ganar. Conceptos que se me habían escapado y a los que no hacía ni caso cuando era niño. Había que ganar. Pero con Tenerife yo había aprendido, por las malas, que se podía perder...

Se podía perder... Y se perdió. 2-0 frente al Atlético. No sé cómo afrontaría el cuadro de Beenhakker aquella Final. Me imagino que muy presionados. Y tras lo que había pasado en Liga supongo que los ánimos no estarían por las nubes, más bien lo contrario... 

Rocha no jugó aquellos últimos partidos de Copa. Le sustituyeron entre Juanjo Maqueda y Miguel Tendillo en el eje de la defensa. El valenciano sólo había dispuesto aquel año de algunos minutos en Copa de la UEFA. La Liga se la pasó en blanco y no jugó ni un minuto. Al menos pudo disputar la Final como titular. De aquel partido recuerdo, sobre todo, la lesión de Hagi en los primeros minutos de choque. El rumano, que me tenía ganado y en el que tantas esperanzas tenía depositadas, se tuvo que retirar lesionado y su puesto lo ocupó Alfonso. Para entonces ya perdíamos. Schuster, al que seguíamos echando de menos, nos había clavado un golazo de falta espectacular. Con todos mis respetos, de verdad, ¿pero qué hacía jugando con el rival? ¿Cómo habíamos dejado marchar al alemán? Poco antes de la media hora Futre hizo otra de las suyas y anotó el segundo para los de Luis Aragonés.

Nada. No había nada que hacer. Aquella no era nuestra temporada. Si no recuerdo mal, creo que hasta fallamos un penalti. Daba igual... La derrota en la Copa del Rey me dolió, pero ni punto de comparación con lo de Tenerife y la Liga.
  
Epílogo 

Tengo sensaciones encontradas cuando pienso en el año 1992. Conservo recuerdos muy bonitos en lo personal. Fue una etapa placentera de la vida, con muchos amigos, grandes compañeros, muchas ilusiones, buenos momentos y grandes vivencias. Eso no se me olvidará nunca. Al final, es lo más importante. Lo que debe quedar por encima de todo. Lo importante de verdad. En ese sentido, no puedo tener ninguna queja...

Pero también es verdad que siendo el fútbol, como era, una de mis principales aficiones el año 1992 me dejó marcado como aficionado. Lo explicaba el otro día en la entrada sobre Tenerife. Tenerife me cambió como aficionado del Real Madrid. Para mí hubo un antes y un después de la derrota en la isla. Aunque, analizándolo con perspectiva veinticinco años después, Tenerife fue el punto de inflexión de una tendencia, de una cuesta abajo que se había iniciado meses antes y en la que hubo un acontecimiento de marcada relevancia. El cese de Radomir Antic. La decisión más absurda que recuerdo en el Club. Y todo por ceder a presiones mediáticas y externas.

Segundas partes nunca fueron buenas, suele decirse. Me da mucha pena por Leo Beenhakker. Le tengo mucho cariño por su primera etapa en el Madrid, en plena época de esplendor de la Quinta del Buitre. Tres Ligas en tres años, una Copa del Rey y una Supercopa. Su segunda etapa, no obstante, fue una tortura. No sé de quién sería la culpa. ¿Por qué el equipo no rendía como lo había hecho con Antic? En fin... Él también sufriría lo suyo aquellos meses. Se comportó como un señor. Tenía contrato firmado hasta 1994, pero al término de la campaña Leo se reunió con Ramón Mendoza y pidió que se le liberara el contrato para que el Club pudiese iniciar un nuevo proyecto con otro entrenador partiendo de cero. Renunció a todo el dinero y no quiso cobrar ni una peseta más.

La temporada 1991-92 concluyó de manera desastrosa y sin títulos. Con unas sensaciones muy malas. Fue un desastre. ¿Qué hubiera pasado si no se llega a cesar a Radomir Antic? Pues no se sabe. No se puede saber. Pero yo siempre he pensado que aquella Liga no se hubiese escapado. Y a mí me daba ya igual lo de que se jugara bien o mal. Para mí, en el fútbol, lo importante siempre ha sido y siempre será ganar. Porque entiendo que para ganar hay que jugar bien. Si juegas mal, lo normal es que pierdas. Otra cosa es que disfrutes más o disfrutes menos según qué tácticas o esquemas de juegos se empleen. Eso es otra cosa. Pero lo importante es ganar.

No puedo negarlo. Han pasado 25 años y todavía hay veces en las que pienso en aquella temporada 1991-92. Cómo cambió mi percepción del fútbol aquel año... Lo negativo que me volví en lo que a deporte se refiere... El Síndrome del Transworld Sport... Yo empecé a ser consciente de lo difícil que es ganar en el fútbol aquella temporada 1991-92. La campaña 1990-91 había sido mala, pero todavía estaban muy recientes los éxitos anteriores. Pero lo de la 91-92 fue muy duro. Lo peor había sido haber tenido la Liga encarrilada y perderla el último día. Ver cómo el barco se hundía poco a poco y sin que nadie lo remediara. De aquella temporada saqué una conclusión que sigo defendiendo y manteniendo a día de hoy. Nunca hay que cesar a un entrenador a mitad de temporada.

Sobre todo fue Tenerife lo que me hizo madurar, tal y como lo explicaba aquí hace unos días. Aquello me hizo entender y comprender lo difícil que es ganar en el fútbol, en el deporte y en la vida. Y eso es lo que me ha permitido valorar los éxitos y los triunfos cuando han llegado. Ser consciente de lo complicado que es alcanzar el triunfo y recrearme más en las victorias. Los buenos momentos se disfrutan mucho más cuando has vivido los malos.

Aún así, pese a todo lo malo por lo que pasamos los madridistas a lo largo de aquella temporada 1991-92, trato de quedarme con lo bueno. Y es que hasta de las malas épocas quedan algunos buenos recuerdos. Que, al fin y al cabo, estamos hablando sólo de fútbol. Sí. Cómo olvidarse de aquellos ídolos del paso de la infancia a la juventud... De las paradas de Paco Buyo, que ganó el Trofeo Zamora aquella campaña, del esfuerzo de Chendo, de la solvencia de Ricardo Rocha, de la garra de Luis Enrique antes de cambiar de aires, de los centros de Míchel, de la magia de Butragueño, de los lanzamientos lejanos de Hagi, de los goles de Fernando Hierro... Veinticinco años ya. Qué barbaridad, cómo pasa el tiempo...

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